Desde el mismísimo Julio Verne, por poner un ejemplo, la ficción y, sobre todo, la ciencia ficción siempre ha tratado de basarse en la propia historia y en los hallazgos tecnológicos para imaginar situaciones más o menos posibles en las que la humanidad pudiese verse envuelta. Uno de los ejemplos más queridos y trascendentes en la historia del cine vino de la mano de la genial Jurassic Park de Steven Spielberg cuando, después de haber leído el homónimo libro de Michael Crichton, imaginó cómo sería un parque de atracciones protagonizado por dinosaurios.

Sin lugar a dudas, estos colosales lagartos suelen causar sensación en cualquier campo ya sea para libros infantiles, dibujos animados, historias de terror o para todo tipo de entretenimientos. De hecho, para quienes disfruten de los juegos de azar y las tragamonedas, desde aquí les invitamos conocer los casinos con Jurassic World para jugar gratis en esta reseña.

Después del éxito de Jurassic Park (1993) la cosa no sé quedó ahí, ya que se crearon varias secuelas e incluso una especie de “reboot” de la saga que todavía sigue produciendo películas y videojuegos bajo el nombre de Jurassic World. Hoy en día este concepto es un universo en sí mismo en el que los dinosaurios han vuelto a la Tierra gracias a la ciencia y a la supuesta posibilidad de clonarlos científicamente a partir de sus propias células.

Cuando la realidad supera la ficción

Es una paradoja pensar en los dinosaurios como una forma de evolución tecnológica de la humanidad, pero Jurassic World se ha convertido en un emblema de este tipo de contradicción moderna. Desde que los investigadores comenzaron a desenterrar sus restos, los dinosaurios se comenzaron a exhibir en espectáculos (en forma de esqueletos recompuestos). Más adelante, con la llegada del cine, la imaginación se disparó y trataron de devolver a la vida a estos reptiles extinguidos de todas las formas posibles. En primera instancia embutiendo a actores en incómodos disfraces mientras destruían escenarios a escala y después protagonizando algunas de las primeras y más terroríficas imágenes generadas por computadoras.

Lo cierto es que a priori la posibilidad que planteaba Jurassic Park parecía más irrealizable que hoy en día, aunque sigue habiendo algunas cuestiones clave que dejan pocas probabilidades de que vayamos a ver dinosaurios de carne y hueso algún día. A pesar de que esta saga de películas haga un esfuerzo encomiable en tratar de basarse en la ciencia, también deja mucho protagonismo a la fantasía.

En este universo ficticio, el personaje John Hammond utiliza la sangre de los dinosaurios extraída por mosquitos de la época jurásica conservados en el ámbar para replicar su ADN. Una propuesta ciertamente interesante. La trama, como en cualquier película, tiene giros inesperados y comportamientos de personajes poco realistas, pero el punto de partida tiene ciertos aspectos que podrían darse en el mundo real.

¿Qué sería necesario?

En primer lugar, se necesitaría una persona millonaria, soñadora y algo excéntrica a la cual no le importe poner en peligro a los demás con tal de ver satisfechas sus ambiciones (en este caso crear un Parque Jurásico). Creo que todo el mundo está de acuerdo en que sobrarían candidatos para este papel en este momento de la historia y más todavía de cara al futuro.

No obstante, la creación de animales clonados en un laboratorio a partir de mosquitos petrificados es algo más difícil. Los especímenes reales de mosquitos de esta etapa no contienen un ADN reconocible, ya que se trata de una molécula de rápida degradación y tampoco se encuentran perfectamente conservados. Según algunos de los datos científicos más actuales, ni siquiera en el caso de los mamuts, cuyos restos se encuentran conservados en buen estado, sería posible la clonación.

A pesar de ello, Jurassic Park tiene en cuenta la imposibilidad de clonar un dinosaurio y va más allá. Los científicos contratados por Hammond utilizan ADN de sapo para complementar lo que habían podido rescatar de la sangre de los dinosaurios. Esta idea esta basada en conceptos reales ya que entre los alimentos que consumimos hoy en día se encuentran compuestos de organismos modificados genéticamente e incluso hay casos de animales que se modifican para conseguir mayor resistencia frente a ciertas enfermedades. Sin embargo, hay que admitir que los genomas animales no se pueden alterar de semejante manera.

Conclusión

Para terminar, me gustaría remarcar que el personaje de John Hammond puede ser referenciado en muchas personas del mundo real que buscan de trasladar los conceptos de la ciencia ficción en una realidad. En términos de tecnología espacial o inteligencia artificial, por ejemplo, realmente hemos llegado a cotas que hace un par de décadas parecían irrealizables.

Dejando al margen ciertas tramas como la creación de un “dinosaurio definitivo” que reúna las mejores cualidades de cada especie o el famoso “detector de dinosaurios” que al fin y al cabo no es más que un vaso de agua, no es tan imposible como parece. La evolución de la ciencia y la tecnología es exponencial y Jurassic World plantea posibilidades que se apoyan en la ciencia, aunque hoy en día no deja de ser algo ficticio. Dicho esto, me gustaría destacar que presenta un punto de partida que sí encaja muy bien con la sociedad en la que vivimos donde los multimillonarios megalómanos son capaces de emprender empresas capaces de hacer sus sueños realidad. Sueños que, sin embargo, pueden significar las peores pesadillas de otras personas.